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Crítica: Disco de “Rock and MAU”

"En resumen se trata de una grabación, musicalmente hablando, muy bien lograda. Con arreglos bastante originales y unas voces espantosas. Cuando reúnes a varios cantantes y el mejor de todo resulta ser Arístides Barbella, te tienes que replantear muchas cosas."

Por Rufi Guerrero

El disco Rock & MAU (Móvida Acústico Urbana) pone fin a un interesante proyecto que se ha desarrollado en Caracas en los últimos dos años: mezclar temas populares contemporáneos con música tradicional venezolana.  El invento tuvo un hito importante la semana pasada con la vuelta del rock nacional al Teatro Teresa Carreño para presentar este álbum. Consultando con la enciclopedia Allueva obtuve que, salvo una presentación de Gillman el año pasado, el escenario más majestuoso del país no tenía noticias de greñúos criollos desde Caramelos de Cianuro/Amigos Invisibles sinfónico (2002) y Desorden Público (2003).

En resumen se trata de una grabación, musicalmente hablando, muy bien lograda.  Con arreglos bastante originales y unas voces espantosas. Cuando reúnes a varios cantantes y el mejor de todo resulta ser Arístides Barbella, te tienes que replantear muchas cosas.

Tres temas destacan sobre el resto: “No hay” (Nana Cadavieco) es quizás la más sorpresiva de todas. Una excelente adaptación de la potencia de su voz con el nuevo ritmo de la canción desemboca en la mejor interpretación de la lista.

“Falta poco” (Beto Monte de Rawayana) envuelve en una atmosfera chillout agradable y “Mil copas” (Arístides Barbella de Malanga) es fácilmente radiable en cualquier emisora adulto-contemporáneo. Los arreglos son excelentes hasta el punto de hacerte pensar ¿Esta es realmente una canción de Malanga? ¿Por qué entonces la banda da tanta caspa? Luego saltas a “MaiLof”, la otra intervención de Barbella, y vuelves a la realidad: Aunque el mono se vista de seda, Malanga sigue siendo Malanga. Es increíble que todo lo que hacen sus integrantes fuera de la agrupación sea casi mágico y cuando se juntan solo sea una invitación al suicidio.

En el sector de las regulares tirando a buenas tenemos a “Rincón” (Cadavieco), con un aire simpático al Aterciopelados de fines de los noventa. “El Zar” (Henry D´Arthennay de La Vida Boheme), sin ser la gran cosa, es una interpretación superior a cualquiera de las plasmadas en los dos larga duración de la banda.

“2013” (Rodrigo Gonsalves de VINILOVERSUS) en versión joropo también pasa la prueba y “Gatos Oliva” (Monte) comienza dando miedo pero agarra sabor a medida que transcurren los segundos. En este grupo ya se notan las carencias vocales de sus ejecutantes –y del rock nacional en su mayoría, no nos vayamos a engañar- pero, llegar hasta aquí y ya contar 7 canciones buenas de 12 es una nota superior al promedio de cualquier disco en el mundo.

“Al final” (Gonsalves) no da ni frío ni calor y ya de allí pasamos al piso de las aberraciones:

La mencionada “MaiLof” (Barbella), parecida a cualquier canción de esas que El Pollo Brito canta en el Miss Venezuela es nada comparada con “Flamingo” (D´Arthennay), donde queda claro que La Vida Boheme sabe hacer ritmos pegajosos  pero lleva el resto de las materias, sobre todo la de las letras, a reparación en septiembre (¿Todavía se repara en septiembre?).

Lo más grave es el aporte de Asier Cazalis ¿Qué necesidad tenía ese señor de prestarse a esto? Si lo que quería era que lo botaran de Caramelos de Cianuro solo tenía que grabar un audio con alguien del G2 cubano hablando paja de sus compañeros y luego filtrarlo. Destrozó para siempre “La casa”, la mejor canción de la banda y seguramente el mejor tema del rock nacional de los últimos cinco años que fácilmente habría sido un himno generacional de habérsele ocurrido primero a Andrés Calamaro. Lo de “Rubia Sol, Morena Luna” solo se puede considerar como un meme de internet, una gaita registrada con toda la malicia del mundo para decir “vamos a hacer algo espantoso para que veas como a la gente le gusta igual”. Es el último track, así que de repente se trataba de la versión jocosa que a alguien se le olvidó poner como oculta.

Celebro la aparición de nuevos emprendimientos que busquen sacar al rock nacional de ese vicioso y aburrido flujo de Foto/Twitter/Toque en El Teatro. La constancia y el trabajo de Diego Álvarez, Alvaro Paiva y José Luis Pardo dieron un buen fruto. Pero hay que recordar que la virtud se convierte en defecto si se usa en exceso; lo que me preocupa es la intensidad con que algunos medios y personalidades de los mismos se han tomado esto.

Yo soy un sobreviviente de una de las peores calamidades de la historia de Venezuela: el neofolklore. Fueron años oscuros donde hubo cero innovación y solo ganas sonar en la radio. Pasó mucho tiempo hasta que El día es hoy (VINILOVERSUS – 2008) obligó al resto a ponerse las pilas. Sería triste que por la difusión que va a tener este disco –el cual vamos a oír en La Mega hasta en año nuevo- el resto de los grupos se dedique a hacer remixes en maracas de sus temas en vez de retar a su creatividad. En manos de ellos está no resultar tan predecibles.

Puntuación: 3.5 de 5.

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