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¿Cómo conociste a Black Sabbath? 50 años de su disco debut

black sabbath

Hace 50 años pasaron muchas cosas. Un viernes 13 de Febrero de 1970 se editaba el homónimo álbum debut de los ingleses Black Sabbath.

Yo no había nacido y tampoco intentaré ser un erudito de la época. Hay una gran diferencia entre quienes vivieron un movimiento y los que descubrieron su legado en los años siguiente. Las historias se cuentan desde la perspectiva de quiénes la vivieron. El gusto es atemporal y nos une, en este caso, en un disco.

El cantante y ahora celebridad Ozzy Osbourne (71), junto con el guitarrista Tony Iommi (71), el bajista Geezer Butler (70) y el baterista Bill Ward (71) entraron al estudio por dos días seguidos, para grabar y mezclar los tracks que saldrían a la calle, algunos temas hasta se escribieron en las sesiones. Así dieron vida a Black Sabbath (1970), la punta de lanza y obra maestra del naciente heavy metal, junto a esta placa los mitos sobre ocultismo y satanismo en tono a este género. Llegaron para erradicar todo lo que el hippismo había construido.

Conocí a Black Sabbath por mis tíos paternos. Aquel hábitat rockero entre The Beatles, Fania All Starts, Led Zeppelin, Carlos Gardel, Los Hermanos Lebrón, Janis Joplins, Julio Jaramillo y Black Sabbath, no daba tregua a ninguna investigación. Variopinta sonoridad en un ambiente familiar que se dejaba llevar por la música. Quizás tenía cinco años pero antes de aprenderme algún nombre de banda, disfrutaba de las portadas de los vinilos de casa: Ray Barreto, Sonora Ponceña, Ten Years After.

Fue mi enganche con Metallica lo que me llevó a re-descubrir, investigar y ordenar la primera etapa de la discografía de Black Sabbath que mis tíos ya habían sembrado en mi inconsciente. Entendí a Sepultura, Megadeth, Pantera y Danzig.

Escuchar nuevamente ese tenebroso intro en el tema que abre el disco y le da nombre a la placa, la lluvia, la atmósfera y ese indiscutible riff, me voló la cabeza. Ahora entendía que esa guitarra tenía algo que me conectaba con otra sonoridad diferente a lo que el grunge o el metal de entonces me mostraba.

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La crítica no recibió muy bien este disco durante su salida. Lester Bangs, implacable periodista mitificado por el director Cameron Crowe en la película Almost Famous (2000), escribió en la revista Rolling Stone: “Improvisaciones discordantes con el bajo y la guitarra rodando como obsesos de la velocidad pasados de rosca sobre los perímetros musicales del otro, aunque sin encontrar nunca del todo la sincronización”. El boca a boca y poderío de Black Sabbath los ubicó en el octavo puesto de los listados del Reino Unido y en el puesto 23 de la Billboard 200.

Un total de siete piezas, incluyendo dos covers, hacen parte del disco. Cinco décadas en la que generaciones del metal y sus derivados han libado de esta obra. Contundente, grabado en directo, contra reloj, fue lo que capturó la esencia de un cuarteto de clase media de Birmingham influenciados por Cream y Vainilla Fudge.

Ozzy canta como si se metiera en tu cabeza, acompaña a Iommi en la aventura con una base rítmica donde Geezer conoce la ejecución y velocidad de Bill. No tiene que ver con satanismo, ocultismo, hechicería. El propio Butler, compositor del tema “Black Sabbath” explicaría años después: “Más que una oda al satanismo, la idea era advertir del peligro de estas prácticas”. Las acusaciones funcionaron para difundir el lanzamiento del álbum. Si la disquera usó 1200 usd$ de presupuesto para su grabación, lo que quedaba para promocionarlo era cero. Funcionó la estrategia, nada planeada, de la conexión diabólica.

Fue en 1991 cuando me senté a digerir track por track este disco. Esa armónica de “The Wizard”, antes del groove que venía, a altas horas de la noche, me atraparon. Usaba un walkman y el cassette, recién copiado en el colegio, iba a ser mi nueva joya de la semana. Veía hacia el techo, impresionado con “N.I.B” y ese bajo inicial con el que anunciaban todo el ataque sonoro. Black Sabbath tiene esa particularidad de que sus riffs de guitarra parecieran liderar tu cerebro. El solo de “Evil woman” es una de las características esenciales de este trabajo.

La primera vez que vi a Black Sabbath en vivo fue en la reunión de 2001, aquel show en West Palm Beach, interpretaron “N.I.B”, “The Wizard” y “Black Sabbath”, solo diez temas. Cerraban el Ozzfest y ese formato condiciona los shows. Confieso que la emoción de presenciar ese concierto, juntos de nuevo, fue una gran experiencia. Fui a cubrir el festival y durante el backstage se veían los autobuses de cada integrante, con sus imágenes rotuladas. No fue el mejor concierto pero sí una experiencia inolvidable.

La segunda vez que los vi fue en el Estadio Monumental de Santiago de Chile. Fue otro nivel. Presenciar “Black Sabbath”, “Behind the Wall of Sleep” y  “N.I.B.” (solo de bajo incluido), en ese orden, fue una revelación. Era otro Ozzy, más enfocado y una banda más compenetrada. El público chileno, excitados por ver a la banda por primera vez, enloqueció.

Que hayan pasado cinco décadas y aún este disco tenga mucho para decirnos, influenciar a nuevas generaciones y equilibrar nuestros oídos, le da un misticismo, un encanto y una magnificencia que se vuelve parte de nuestro ADN musical.

Aquí estoy oyendo Black Sabbath, la edición re-masterizada, compartiendo recuerdos y emociones de cómo llegué al disco, en realidad cassette… ¿Y tú? ¿Cómo escuchaste a Black Sabbath?

ESCUCHA EL DISCO COMPLETO

Spotify

https://open.spotify.com/album/2T6jeELx5BqH4GMLObBy10?si=_DAsu-6MTwCbkFHhVX921A

Apple Music

https://music.apple.com/us/album/black-sabbath/787645011?l=es

Youtube

https://www.youtube.com/playlist?list=OLAK5uy_muplPXbMkOr93trvTit2KY_9yzM-IXeh8

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