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¡Bryan Adams también ‘punkea’!

La banda canadiense Belvedere se presentó en Caracas junto a los locales de Más Quejas, Nada y Sónica.

Por Alberto Vento

La irreverencia como filosofía es la clave del encanto punk. Digamos pues que aquella noche cuando Belvedere junto a lo mejor de la escena punk caraqueña apareció en las acaloradas catacumbas de Las Mercedes fue la prueba.

Estuvimos tarde en un Okupa Bar abarrotado de gente aspirando por ósmosis la precaria ventilación. La sospecha que el alcalde prófugo había elegido los ductos del aire acondicionado como guarida y refugio, no parecía tan irrisoria. ¿Será por eso que la policía municipal se abstuvo de cerrar el local esta vez?

La primera atracción de la noche fue “Más Quejas”. No puedo traspasar las fronteras que los comentarios recopilados de boca en boca me imponen. A todos les pareció “arrechisimo” o “de pinga”. Estas respuestas se fueron repitiendo en mi sondeo, por lo que no insistí mucho, advertían que cualquier contestación diferente seria producto de un milagro, es decir, el público estaba sin quejas.

Luego de una improvisada prueba de sonido pisó la tarima Nada. Aun no consigo adivinar como logra gustarle a tantas personas una banda cuya característica principal sea balbucear como un engendro diabólico las letras de sus…”canciones”. Inmediatamente rememoré lo popular que han sido los libros de Pablo Coelho y los discos de “The Noise”; reflexionando encuentro que cierta bazofia atractiva es apetecible en el vulgo; lamentablemente lo que el pueblo pide no siempre es lo correcto. Mientras los presentes brincaron y se divirtieron golpeándose unos a los otros yo desvariaba a tanto desperdicio en los instrumentos de estos niños, cuando por las calles aledañas hay tantos otros pidiendo monedas para apalear su hambre. Cosas del rock nacional.

De todas formas, muchachos no se preocupen, si su intención es divertir a unos tantos como la nada de su talento, van por buen camino. Dentro de un tiempo, cuando hayan dado buen puerto a su existencia se encontrarán ,dentro de su vida como avezados hombres de familia y profesionales serios, en una mesa de cualquier restaurante de la ciudad de Caracas y se burlarán de aquella vez cuando emulaban la conducta punk y movían un local desgarrando acordes y acribillando notas.

En toda banda existe un punto de inflexión al momento de grabar su primera placa, es el instante cuando sus torpezas son corregidas en búsqueda de la madurez y se pone a prueba la intuición por la evolución. Exactamente ahí se encuentra Sónica. Como cambia una banda cuando pasa por un estudio de grabación. Los chicos de Sónica se encargaron de llevar al clímax la noche, paseándose por el repertorio signado de punk melódico de su venidero álbum debut. Cada integrante haciendo lo suyo; Martín destruyendo los cueros, Nelson saltando por toda la tarima, la voz de Cucaracha sobreviviendo al calor, Gilbert extraviando la mirada en su bajo y la bella María lanzando su cuerpo a las masas. La audiencia sorpresivamente coreó gran parte de los temas. No sería temerario anunciar el 2004 como el año de su salto desde el underground a la palestra nacional. No faltará mucho para que Sónica sea el nuevo dolor de cabeza de los padres. Todo “perfecto”.

Transcurrida la medianoche, proseguía la madrugada con el plato fuerte. Antes de este show sólo reconocía a Canadá como un país cuyo aporte a la cultura pop moderna no pasaba de tener dos equipos de grandes ligas perdedores por excelencia, Alanis Morissette y Bryan Adams. Después de aquella noche, a esa lista podemos sumarle Belvedere.

Sin ínfulas de grandeza los canadienses se plantaron en el escenario para descargar toda su energía en el foro. No pararon de alabar al público, la cerveza criolla y las chicas venezolanas. En la hora y media de su presentación vaciaron un catálogo compuesto particularmente con los temas de su nueva producción que aun no ha visto la luz (“Fast Forward Eats the Tape”). Temas cortos pero explosivos hicieron roer las paredes y por poco provocan la destrucción del recinto. Al terminar, todos salieron felices y contentos al haber percibido una noche de muy buen punk con aliento internacional y, sí se quiere, asequible. ¡Bravo!.

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