“Este disco va a cambiar la vida de la gente”, declara, sin pelos en la lengua, al semanario inglés NME Tom Meighan (30 años), vocalista de Kasabian. El grupo de Leicester (Inglaterra) acaba de terminar su cuarto álbum, aún sin nombre, que saldrá a la venta en septiembre. Dentro de muy poco estarán en España, actuando como cabeza de cartel en la primera edición del festival Dcode (24 y 25 de junio, Madrid) y en el BBK Live (7, 8 y 9 de julio en Bilbao).
“Nosotros hacemos rock clásico. Me entra la risa cuando lo digo, pero es la verdad. Y no sonamos como las otras bandas de rock”, continúa Serge Pizzorno (30 años), guitarrista de la banda. “Cuando la gente nos dice que somos un cliché, pienso: ´¿De qué estás hablando?´. Estaríamos mintiendo si sólo tratáramos de ser una banda de modernos. Nunca hemos sido así. A mucha gente no le gusta, pero cuando creces y entre tus héroes está Keith Richards, simplemente piensas sobre los que te critican: ´Iros a las mierda”,explica, el muy seguro de sí mismo Pizzorno.
La banda tampoco escatima en piropos cuando hablan de sus nuevas canciones en la revista musical inglesa. Empezamos por Switchblade smile, tema que puedes escuchar aquí: “Hace que quieras atravesar una pared de ladrillos a 150 kilómetros por hora”, comenta Serge. “Tiene algo de Sabotage, de los Beastie Boys, pero al estilo Kasabian”, añade Tom. Seguimos con Velociraptor, tema que probablemente será el single de su nuevo disco: “Este es nuestro Smells like teen spirit“, explica el cantante. Y continúa: “Es como un mutante extraño. Nuca he escuchado una canción como esta. Es la más violenta que jamás hemos tocado. Incluso más extrema que Club foot (de su segundo disco, Empire)”, añade el cantante. Otro de los nuevos temas que describen (como si no tuvieran abuela) es Rewired. “Nadie está preparado para estos coros. Te seduce. Es sórdida, y después te golpea con esos coros y te mata
”, narra emocionado el guitarrista.
Durante la entrevista, Kasabian también definen cómo fue el proceso de grabación del álbum, el pasado octubre, en un estudio de San Francisco. “Durante este tiempo estuvimos completamente obsesionados con el trabajo. No fuimos a una gran sala del estudio: lo registramos en el sótano y en el dormitorio, para no perder la sensación de disco artesanal. Así que olía mal, había pelos por todas partes y no había tiempo para follar. Todo giraba en torno a este maravilloso disco, era una obsesión. Era el momento de hacer un disco clásico”, ilustra el guitarrista de la banda.
Aunque la banda inglesa lo niegue, algo del carácter (un pelín hooligan) de Liam Gallagher sí han heredado: “No sé como entran en el estudio el resto de los grupos, y que les jodan. Lo encuentro incomprensible. Hay un montón de bandas que ni siquiera están seguras de sí mismas“, remata Tom Meighan. Ante estas declaraciones, sólo añadir una cosa: estamos deseando escucharlo, a ver si todo esto es verdad.
