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Real Emotional Trash – Stephen Malkmus &The Jicks

En algunas partes de Real Emocional Trash, Malkmus se pone verdaderamente demente…¡y qué divertido es! Como al final de Cold Son -tercer tema de este trabajo- …como debe ser. _br__br_Desde sus días con Pavement, Malkmus ha sido cualquier cosa menos aburrido, y aquí en añadidura está en modo de alto voltaje. Incluso cuando ya uno comienza a verle “el truco” y se da cuenta de que el tema que titula el disco es como una especie de mutación de “No more shoes” o “1% of one”, con su largo puente guitarrero, aún cuando nos suena un tanto familiar, los resultados tienen el sabor de la sorpresa frenética. La guitarra te ahoga y droga con sus extremas distorsiones, o de repente el ritmo se descompone en anarquía y deja paso al tecleo no menos caótico de lo que parece un órgano moog traído directamente desde los 70, pero que no se asemeja a nada de lo que hicieran Rick Wakeman o Ray Manzarek._br__br_Y como la voz del tipo siempre ha sido, es y será la voz de una persona corriente que juega a que canta -pero que se la goza al mismo tiempo- nunca sentimos que se nos quiere poner filósofo. _br__br_Pero no nos engañemos, Real Emotional Trash no es el trabajo de un simple bromista ¿o sí? La cosa es que Malkmus invierte en cada disco el 100% y luego se pone a trabajar incansablemente sobre ello. Aquí hay arreglos, melodía; muchas, muchas guitarras, y desquiciamiento en cantidades más que generosas, esta vez empaquetadas firmemente con el sonido más preciso, claro y enfático de toda su discografía. Lo áspero y rugoso de sus aventuras alternativas y post grunge ha sido una de esas cosas que ha dejado atrás a lo largo de cuatro trabajos en solitario. Claro que sí, con lo crudo se fue también ese sonido de rock directo que a ratos se permitía con Pavement, lo que no quiere decir que Malkmus haya renunciado a ser un punk de corazón. _br__br_Un poco como lo hizo Wilco en Sky blue sky, Real Emotional Trash reafirma el sonido alternativo como algo pasado y parece más entretenido con lo mejor de la estética setentosa, con esas escalas de guitarras tan repletas de notas y esos espacios musicales que parecen jams cargados de bajo y batería generosos. Sólo que lo de Malkmus no puede ser lo lírico sino lo afilado, dejando que asome por ahí Led Zeppelin y su habilidad para ser épicos y místicos con la guitarra, y brindando a cada rato con los Stooges como si fuera el hermanito protegido y entretenido de Iggy, pero siempre en modo de psicodelia intensa; y en todo momento siendo indiscutiblemente él, el eterno miembro de Pavement…y todo lo que nos sigue dejando.

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En algunas partes de Real Emocional Trash, Malkmus se pone verdaderamente demente…¡y qué divertido es! Como al final de Cold Son -tercer tema de este trabajo- …como debe ser.

Desde sus días con Pavement, Malkmus ha sido cualquier cosa menos aburrido, y aquí en añadidura está en modo de alto voltaje. Incluso cuando ya uno comienza a verle “el truco” y se da cuenta de que el tema que titula el disco es como una especie de mutación de “No more shoes” o “1% of one”, con su largo puente guitarrero, aún cuando nos suena un tanto familiar, los resultados tienen el sabor de la sorpresa frenética. La guitarra te ahoga y droga con sus extremas distorsiones, o de repente el ritmo se descompone en anarquía y deja paso al tecleo no menos caótico de lo que parece un órgano moog traído directamente desde los 70, pero que no se asemeja a nada de lo que hicieran Rick Wakeman o Ray Manzarek.

Y como la voz del tipo siempre ha sido, es y será la voz de una persona corriente que juega a que canta -pero que se la goza al mismo tiempo- nunca sentimos que se nos quiere poner filósofo.

Pero no nos engañemos, Real Emotional Trash no es el trabajo de un simple bromista ¿o sí? La cosa es que Malkmus invierte en cada disco el 100% y luego se pone a trabajar incansablemente sobre ello. Aquí hay arreglos, melodía; muchas, muchas guitarras, y desquiciamiento en cantidades más que generosas, esta vez empaquetadas firmemente con el sonido más preciso, claro y enfático de toda su discografía. Lo áspero y rugoso de sus aventuras alternativas y post grunge ha sido una de esas cosas que ha dejado atrás a lo largo de cuatro trabajos en solitario. Claro que sí, con lo crudo se fue también ese sonido de rock directo que a ratos se permitía con Pavement, lo que no quiere decir que Malkmus haya renunciado a ser un punk de corazón.

Un poco como lo hizo Wilco en Sky blue sky, Real Emotional Trash reafirma el sonido alternativo como algo pasado y parece más entretenido con lo mejor de la estética setentosa, con esas escalas de guitarras tan repletas de notas y esos espacios musicales que parecen jams cargados de bajo y batería generosos. Sólo que lo de Malkmus no puede ser lo lírico sino lo afilado, dejando que asome por ahí Led Zeppelin y su habilidad para ser épicos y místicos con la guitarra, y brindando a cada rato con los Stooges como si fuera el hermanito protegido y entretenido de Iggy, pero siempre en modo de psicodelia intensa; y en todo momento siendo indiscutiblemente él, el eterno miembro de Pavement…y todo lo que nos sigue dejando.

A Favor: Ya lo dije: a ratos, cuando nada interesante sale a la venta -o para descargar-, cuando nuestras viejas bandas favoritas nos fallan y cuando parece que MTV logró imponer su programación como si fuera “el sonido de una generación”, siempre podemos contar con el buen Stephen para que nos despierte de nuestra debacle moral a punta de variedad e inventiva de alto calibre sónico, como si nos enchufaran de repente a un agujero negro salvaje que se ha chupado todo el rock y la electricidad del universo… y mucho más.

En Contra: Uno siempre se pregunta -y este álbum nos remite al problema- si está en el camino de Malkmus dar vida a alguna especie de Obra Maestra como el OK, Computer de Radiohead, el Achtung Baby de U2 o el The Wall de Pink Floyd…incluso como el Sea Change de Beck, y cómo diablos podría sonar semejante criatura. Creo que siempre existirá la incógnita. Sus discos lo son siempre todo, pero una y otra vez evaden -intencionalmente, sin duda- la grandeza de los trabajos inmortales. No es que uno lo espere o sea siquiera deseable; al final, son trabajos que todo el mundo termina escuchando y uno despreciando un tanto por esa misma razón: ¿Malkmus entrando con bombos y platillos en el Salón de la Fama del Rock dentro de unos años? No suena muy emocionante…y menos después de que hicieron miembro a Madonna.

Veredicto: Stephen Malkmus ha vuelto.

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