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Almodóvar: Los Abrazos Rotos

Advertencia: no es una película que nos hará soltar muchísimas risas fáciles ni lágrimas a montones. Hay que dedicarle su tiempo y toda su atención.

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Por: Greta Álvarez – [email protected]

Entre un sinfín de unidades dramáticas ahogadas en demasiadas pretensiones no alcanzadas, Los Abrazos Rotos cuenta básicamente la historia de un cineasta llamado Mateo Blanco (Lluís Homar), quien perdió la vista en un provocado accidente de tránsito que ocurrió en la isla canaria llamada Lanzarote, donde se encontraba refugiado con su amante Lena (Penélope Cruz) -SPOILER-  Lena muere  en este accidente y él se vuelve un viejo amargado -FIN DEL SPOILER-  Luego del accidente, desarrolla un alter ego con el que empieza a vivir y a firmar sus trabajos netamente literarios bajo el pseudónimo de Harry Caine.

No es una historia novedosa, ni demasiado divertida. De hecho es bastante predecible y se ve latente la falta mágica de ese misterio tan necesario para hacernos sentir interesados en algo. Sin embargo, audiovisualmente el trabajo de Almodóvar es brillante. Y es que en eso podemos resumir Los Abrazos Rotos, en un “ya sé todo lo que va a pasar, pero igual está bonita la imagen”.

Los temas principales de Los Abrazos Rotos son los representativos en un melodrama: celos, sentimientos de culpa, amores imposibles, hijos no reconocidos, ricos con poder… y todos acompañados de argumentos tan típicos que no nos conmueven y terminan por darnos una historia con poco sabor representada por destacables actores con actuaciones casi grises, nulas. Me permito salvar a Lola Dueñas y Carmen Machi (mi favorita), que con papeles cortos hicieron brillar la esencia Almodovariana.

Con Los Abrazos Rotos Almodóvar quiso abarcar tanto que, aunque narrativamente mantuvo un enorme orden, hay poco adentramiento a una historia determinada. No nos acercamos plenamente a ninguno de sus personajes como solía pasar en sus anteriores films.  ¿Pero quién dijo que después de tantos años haciendo cine no se les es permitido a los directores experimentar con nuevas cosas? ¿Por qué Almodóvar con Abrazos rotos ha sido tan criticado por querer cambiar? ¿Acaso en el arte no aplica la idea de evolución? Yo me pregunto si todos los que critican a un cineasta por experimentar con nuevos estilos entienden que el no tomar riesgos es de cobardes y de personas tristemente resignadas. El cine es arte, el arte es creación. Si bien nos divertimos y aplaudimos las anteriores obras de Almodóvar, ¿por qué hoy somos tan egoístas de rechazar su decisión de probar? Tildar la película como un “bodrio” solo porque no es lo que estamos acostumbrados a ver de un cineasta no es lo correcto. Ni siquiera es comprensible, para mí esa actitud que muchos han tomado constituye una expresión de seres metódicos y rutinarios que se oponen al concepto de evolución artística. Porque Los abrazos rotos no es “mala”, solo es una propuesta diferente de Almodóvar que –con sus detalles, como en todo- puede o no ser de nuestra preferencia.

Yo de Almodóvar “soy fans, así en plural”, y de todas las cosas que suelo disfrutar de su cine más allá de las pelucas, el color y esa onda españoleta con sexo, drogas y transformismo,  lo que más disfruto son los diálogos de sus películas. Así como en Todo Sobre mi Madre encontramos la genial frase: “para ti, todo lo que no sea salir y poner hasta el culo es ser una monja de clausura”; en Laberinto de pasiones, donde más de una frase marcan el protagonismo de la jerga gay de la época: “qué overdose” o el “quiero hacerte el Phelix Taylor esta noche” (sexo oral); no podemos evitar soltar risas en Matador con: “lo peor no es que te violen, es que se lo tienes que contar de pe a pa a todo el mundo”;  también una de las tantas  oraciones que deben ser inmortalizadas en el film Pepi, Lucy y Bom y otras chicas del montón:  “que me hagan lo que quieran pero ante todo que no me violen” Al pensar en esto –y en todas las que dejé de nombrar porque constituirían otra reseña- cuando estamos frente a Los Abrazos Rotos cuesta tener una parte del guión como favorita o destacada; de tener que hacerlo me quedo con: “las películas hay que terminarlas, así sea a ciegas”  ¿Nos quiso decir algo Almodóvar con esta frase? Keep Reading, baby.

De la película lo más sobresaliente son las escenas de Chicas y Maletas, que básicamente constituye una película dentro de una película. Chicas y Maletas es el film que grabó el cineasta Mateo Blanco antes de ser Harry Cane (ciego), y que protagoniza Penélope Cruz como Lena. En su blog, Almodóvar afirma que es una especie de re-make a su película Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios, y vaya que sí, pues  con solo unas cortas tomas deja ver el Almodóvar al que estamos acostumbrados: cocaína, sexo, pelucas y mucho color en un escenario pop-art con destellos kitsch acompañados de diálogos más mordientes que en el resto del largometraje. Lo único que hacía falta era Carmen Maura.

La BSO fue otro aspecto que dio de que hablar, aunque la  melodía incidental estuvo a manos del reconocido Alberto Iglesias -quien ya ha compuesto la música en muchas otras películas de Almodóvar- no podemos dejar  pasar la presencia de Cat Power ,Uffie o de  la onda new wave de Can . “Pero si esto no es Almodóvar”, dicen muchos. Que si es música en inglés de modernos de Barcelona, de público de myspace o la que cargan los fashionistas en su iPod, que si esto, que si lo otro. Y así es fácil terminar suponiendo que Almodóvar está en la completa obligación de poner puro flamenco, boleros y rancheras en sus películas. Una idea un “tantito” extremista e intolerante esa de encasillar todas la futuras obras de un director para luego rechazarlo por “poner algo diferente”.  Que si bien todos los fanáticos disfrutamos en un aturdido tráfico cantando “Resistiré” en el carro como esa escena final de Átame con Antonio Banderas, Loles León y Victoria Abril; también es cierto que  nunca está de más probar cosas nuevas por más desechables y efímeras que potencialmente sean. Almodóvar se unió a esta onda de arriesgar tradiciones y unirse a la filosofía tan siglo XXI dominada por el instante.

El mejor vestuario lo tuvo Penélope con un vestido muy rojo Almodóvar, by Dior. Galliano la hizo regia con esa pieza  que  tiñó de drama esa escena en que Lena da vueltas por las escaleras. Y un vestido negro Chanel, que aunque previamente se supone sobrio, fue intervenido con un montón de joyas reflejando  la fijación ochentera de Pedro. El resto de los looks no destacan, son una mezcla entre Zara y Mango.

Las locaciones. Aunque todas han sido muy bien seleccionadas, la que le dio otro respiro agradable al film  fue Lanzarote. De hecho Almodóvar, justo luego del rodaje en el sitio, plasma en su blog una idea que resume su experiencia en el lugar: “supongo que el paisaje influye en las personas, del mismo modo que las personas influyen en el paisaje.”

Entre las afirmaciones del director, está la aceptación de que la película es una de esas que rinden homenaje al cine. O como él lo dijo, Los Abrazos Rotos conforma su “declaración de amor al cine”.  También es recurrente al afirmar que es el trabajo con más ficción que ha hecho. En este tema hay algo que si bien no es netamente autobiográfico sí se nutre en alguna parte  de ello: en su blog, Almodóvar afirma que desde toda su vida sufre de muy fuertes dolores de cabeza y fotofobia. Cuenta que luego de Volver, cuando con tranquilidad se iba a dedicar a escribir su próxima película, regresaron intensamente esos dolores motivándolo a pasar un gran tiempo  en su habitación a oscuras: “no podía leer, ni ver dvds, ni escribir en el ordenador. Sólo podía imaginar. Podía pensar, pero no quería. De esos momentos de oscuridad surgieron Los abrazos rotos” ¡Bingo! Se puede dar en esta afirmac
ión con la interpretación de la frase más llamativa de la película y de la que hablé antes: “las películas hay que terminarlas, así sea a oscuras”. Él se había propuesto a realizar una película y lo logró así haya estado en filmaciones y apariciones  con gafas de sol tras las luces y cámaras: “…por eso aparezco con frecuencias con gafas negras en las fotos de las alfombras rojas, no es cuestión de glamour sino de fotofobia”.

Advertencia: no es una película que nos hará soltar muchísimas risas fáciles ni lágrimas a montones.

Abrazos rotos es un vuelco de casi 360º que dio Almodóvar, ya dio su primer paso en esa senda, ahora sólo queda esperar lo mejor.

 

TRAILER:

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