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(Crítica) Azotes de barrio: más de lo mismo

En Azotes de barrio vemos muertes innecesariamente violentas, escenas de sexo que sobran, secuencias de acción que dan risa y un tono misógino en la narración. Toda la tramoya dramática que plantea se derrumba con la más mínima inspección.

En Azotes de barrio vemos muertes innecesariamente violentas, escenas de sexo que sobran, secuencias de acción que dan risa y un tono misógino en la narración. Toda la tramoya dramática que plantea se derrumba con la más mínima inspección.

Por Luis Bond

El problema del cine venezolano no es que sus historias siempre tengan un corte social (para muestra está la filmografía brasileña y sus favelas). La falla radica en que lo socialsea sinónimo de vulgaridad, prostitución, drogas y delincuencia tratado desde una perspectiva terriblemente superficial. Se muestra al barrio y sus historias de una forma muy básica, sin profundizar en personajes y con una visión sesgada de lo que se cuenta. El error no es retratar la vida en el cerro, la falla es contarlo todo desde la misma perspectiva. Lejos de la puesta en escena sólida de Ciudad de Dios(film que contiene los mismos componentes de cualquier película venezolana), Azote de barrio quiere enseñarnos una realidad muy fuerte de una forma completamente inestable con actuaciones forzadas, un guión que da tumbos y una puesta en escena que nadie cree.

La historia comienza cuando Donay (Alexander Da Silva) sale de la cárcel y desea comenzar su vida desde cero al lado de Alicia (Mariana Francisco). Lastimosamente, resulta ser que su chica es la novia de Garimpeiro (Jackson Gutierrez), uno de los que dominan el barrio. Garimpeiro descubre que Alicia le fue infiel y la busca para matarla, en una confusión con la banda enemiga, la chica muere y Donay jura vengarse de Garimpeiro. Para eso es adoptado por Piraña (el Nigga), la némesis de Garimpeiro, quien lo infiltra en la banda de su enemigo para que pueda vengarse. En el proceso vemos muertes innecesariamente violentas (donde matan a todos los personajes de 6 tiros en adelante), escenas de sexo que sobran (terriblemente rodadas), secuencias de acción que dan risa y un tono misógino en la narración (donde las mujeres solo sirven para tener sexo). Toda la tramoya dramática que plantea se derrumba con la más mínima inspección.

Su director, Jackson Gutierrez, quiso hacer lo mismo que en su ópera prima homónima: retratar la realidad que vive. Pero lo que con una MiniDV, improvisación e ingenuidad, resultó un experimento interesante, ahora inflada con las pretensiones de la gran pantalla se desmoronó por completo. Su realización confunde lo Guerrilla con lo chaborro, a la gente le disparan y se desmaya, el auto focus de la cámara ataca en varios planos, ni hablar del guiño innecesario a Reseirvor Dogs: todos sacan sus pistolas al mismo tiempo y se apuntan hasta para ir a comer. Por otro lado, esto representa un salto cuántico hacía atrás en la carrera de Carlos Malavé, su co-director y productor (realizador que respeto muchísimo por su constancia en el cine, aunque no comulgue con la calidad de sus películas), es una pena porque él es quien sale perdiendo en la ecuación. Lo peor es que pudo haber sido una película decentecontada para el barrio desde el barrio.

Lo mejor: la actuación de Budú y de El Nigga, es lo único consistente en la película. Aunque la pareja protagónica es simpática, sus actuaciones terminan hundiéndolos. Me atrevo a decir que el par de cosas rescatables de la película se deben a la experiencia de Malavé. Hay un par de vueltas de tuerca en el guión, pero se pierden por incongruencias.

Lo peor: la actuación de Jackson (que, además, está en un papel súper importante a nivel dramático y no da la talla). Los efectos especiales como disparos o sangre muchas veces no funcionan. Los errores de producción como ver que a alguien le meten 6 tiros y tiene la camisa manchada con 1 gota de tempera y ni un sólo orificio por los disparos.

Veredicto: Azote de barrio, lejos de plasmar la realidad de un sector de la población, presenta una visión estereotipada y plana de un lugar lleno de historias mucho más interesantes. Después de películas como La hora cero o Piedra papel o tijera, el film de Jackson y Malavé parece un trabajo universitario. Le doy 2/5: por Budú y El Nigga.

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