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(Crítica) "Presencias paranormales": el eco del eco del eco

"Presencias paranormales" pasa a engrosar la larga lista de películas de terror que no funcionan. Utiliza el recurso de la cámara en mano por estar de moda y ni siquiera juega al “falso documental”.

"Presencias paranormales" pasa a engrosar la larga lista de películas de terror que no funcionan. Utiliza el recurso de la cámara en mano por estar de moda y ni siquiera juega al "falso documental".

Por Luis Bond

Corría el año 1999 y todos mis amigos comentaban la misma película: un supuesto video de unos chicos que se iban con su cámara a un bosque y terminaban siendo secuestrados por una bruja. Como podrán imaginarse, me refiero a El proyecto de la bruja de Blair, un film que creó una suerte de mito urbano alrededor de él que nos hizo a todos dudar de las fronteras entre la realidad y la ficción. La puesta en escena funcionó y así este largometraje de bajo presupuesto pasó a la historia del cine de suspenso. Años después el mismo truco comenzó a replicarse con más fuerza gracias a internet dando origen al boom de Actividad Paranormal. Esto trajo como consecuencia una seguidilla de falsos documentales que hasta hoy nos llegan a cartelera. Lastimosamente, son pocas las películas que innovan esta estética que parece convertirse en una suerte de moda lejos de ser un recurso expresivo. Presencias paranormales, a pesar de su atractiva premisa, cae en el mismo vórtice que decenas de películas que buscaron copiar la formula, perdiéndose para siempre en el olvido de los ecos que rehacen el mismo film sin muchas variaciones.

La historia, a medio camino entre película y falso documental, comienza con una conversación familiar entre Oliver Stone (sí, el famoso Director) y su hijo Sean Stone (el Director de la cinta) acerca de fantasmas. En paralelo, descubrimos la intención de Sean de visitar con sus amigos Antonella y Alexander una institución mental abandonada donde torturaban a los pacientes y  aparecen fantasmas. Sin tener mucho sentido o una justificación dramática válida, Sean, Antonella y Alex deciden ir a conocer Greystone Park, armados con un par de cámaras para documentar lo que pueda aparecerles en el camino. Una vez en el asilo, los amigos comienzan a experimentar cosas extrañas, aparecen fantasmas y el lugar se vuelve un laberinto interminable que cambia constantemente de forma. Aparentemente los chicos no están solos: se proyectan sombras, hay sonidos extraños, sangre, luces que se prenden y apagan solas, entre otras cosas aterradoras. Todo esto ocurre mientras los chicos buscan una salida y comparten posibles explicaciones de lo que sucede, mezclando sus miedos con mitos urbanos del lugar. En teoría, Greystone Park, más allá de ser un sitio embrujado, es un lugar que vuelve loco a todos los que entran en él, haciendo que espíritus llamados “sombras” se alimenten del miedo de los visitantes.

Un argumento que ya fue explorado de una forma más interesante por Grave Encounters, intenta ser revisitado por Presenciar paranormales con una puesta en escena harto conocida y que no termina de cuajar. Por momentos los planos no corresponden dramáticamente hablando a una persona que graba cámara en mano, hay música durante toda la película, ocurren varios saltos de tiempo y efectos de edición que le restan cualquier tipo de verosimilitud a lo que sea que ocurre en la cinta. Al final, la película se transforma en una suerte de híbrido que no llega a ningún lado y, por si fuera poco, su desenlace es terriblemente confuso lo que termina de enterrarla. Sorprende que el Director y actor principal del film, sea Sean Stone, el hijo de Oliver Stone (Asesinos por naturaleza, JFK, Pelotón,entre otras). Lejos de haber heredado algo de su padre, la película de Stone Jr. parece un experimento fallido de alguien que en su vida ha tenido alguna experiencia con el cine. Es una cinta que busca ser interesante a fuerza de un montaje poco orgánico y usando todos los trucos que ya aprendimos en Las brujas de Blair, REC, Cloverfield y Actividad Paranormal, por nombrar algunos ejemplos exitosos en la onda de falso documental.

Lo bueno: La premisa podía haber dado para hacer un buen experimento, son de esas películas que te cuentan y suenan mejor de lo que realmente son. La chica es linda. La breve actuación de Oliver Stone en el film. Las locaciones dan más miedo que la película.

Lo malo: La historia se pierde desde los primeros momentos, haciendo difícil conectarte con ella. Las actuaciones y acciones dramáticas de los protagonistas son poco verosímiles. Su montaje es terrible. No da ni un poquito de miedo. La cámara en mano no está justificada.

Veredicto: Presencias paranormales pasa a engrosar la larga lista de películas de terror que no funcionan. Utiliza el recurso de la cámara en mano por estar de moda y ni siquiera juega al “falso documental”. Al final quiere ser complicada y se diluye. El hijo no heredó nada del padre le doy 1/5.

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