Hermano, opera prima del director Marcel Rasquin, es una historia que has visto hasta en la Santa Biblia, por evitar decir “en la sopa” y terminar sonando más cliché que la misma película de la que les vengo hablar. Ciertamente, cuando hablo de una historia bíblica lo hago de manera literal: Dos hermanos; Caín y Abel, un hermano no tan bueno y el otro, un moralista, que lo es en demasía. Esa es la trama del drama Hermano que se ganó tres premios en una ciudad Europea Moscú, una de las más caras del mundo, como dato curioso- donde los barrios y los malandros son exóticos y fruto, bajo la visión de directores de arte, de una producción tremenda. Lastimosamente para el venezolano no. Porque es lo que vemos a diario cuando levantamos la vista al horizonte, sin intenciones de sonar poética ni romántica más que realista. Grabar en un barrio venezolano muchas veces lo único que tiene de valor es el riesgo al que expones la cámara, luces y equipos. Desarrollar cine social acá es como ser periodista en Venezuela para dedicarte a la política: un asunto gastado sólo apto para una audiencia masoquistas y/o malpegada.
Guardando enormes distancias, y a riesgo de sonar blasfema por la comparación, American History X, esa película dirigida por Tony Kaye que, sacando mi lado de niñita me enamoró de Edward Norton, es una especie de Hermano: muere uno de ellos. Eso no fue un Spoiler. Lo siento. Si no te dabas cuenta de que eso iba a pasar desde el momento en que ves que el que tiene más cara de buena gente -coincidentemente protagonista y mejor actor- es el bueno y el morenito que baila salsa es el malote, pues eres más lento que el avance del cine en nuestro país.
Que Hermano Film es diferente porque meten a dos muchachitos de estrato social bajo a jugar futbol y no a echarse tiros (aunque eso es lo que terminan haciendo). Que te mantiene en suspenso (mi único suspenso era esperar si entraba Dj 13 a disparar). Que es una película reflexiva (claro que reflexionas, sobre el estancamiento del género en el cine venezolano desde las valoradas obras de Román Chalbaud) Que esto, que lo otro. Entérate que lo mismo en sinónimo de igual. No entiendo tanta bulla, la verdad. No la entiendo porque ni los barrios, ni los actores que siguen creyendo que están haciendo una novela de Venevisión, ni las historias de huelepegas tan de “dame tus pisos o te apuñalo, diablo” son situaciones novedosas.
En cuanto a los temas musicales, las canciones no pegan ni con cola. Es como la radio nacional: ponen artistas en rotación a la fuerza sólo por cumplir una ley. Aquí los meten sólo para justificar que es cine venezolano. O porque son sus amigos. No importa. Simplemente desde la poco acertada selección hasta la edición de música me parece que guardan descuidos enormes. Y eso por no hablar de las más de 6 tomas en que la iluminación es más espantosa que la de un corto de estudiante de Audiovisual.
Repito que en el tema actoral me permito destacar al joven Fernando Moreno, quién con el personaje de Daniel para mí hizo el mejor trabajo de toda la película y logró expresar mucho con su participación.
Salvo a los otros detalles y pensando en la buena causa: si compras el ticket de cine estarás ayudando con UN bolívar fuerte a los programas de UNICEF.
En conclusión: si te gusta ver películas nacionales de malandros, barrios, tiros y malas actuaciones no dejes de ver Hermano en el cine.
