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Jennifers Body

Los diálogos rápidos e inteligentes, se burlan sin mucho disimulo de las comedias adolescentes, el eterno cliché americano y el nuevo cine de terror que en los años noventa tuvo su mayor esplendor.

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Director: Karyn Kusama

Usualmente, a una película la precede su fama: cuando finalmente nos sentamos en la butaca de cine o frente al televisor, hemos escuchado lo suficiente sobre lo que veremos como para tener una opinión más o menos formada de lo que veremos. ¿Qué tan bueno o malo es esta perspectiva general? En el mundo de hoy, es inevitable. El internauta promedio, encuentra todo tipo de información sin buscarla – a veces incluso sin desearla – y el mundo fílmico es, por supuesto, el caldo de cultivo perfecto para este bombardeo de información constante. No sólo durante meses tenemos acceso a críticas adelantadas, comentarios de directores, productores, actores y cualquier miembro del elenco medianamente locuaz a través de cualquier red social, sino que incluso en ocasiones podemos descargar en linea una copia “casi lista” del producto final que más tarde se mostrará en público. Siendo así, una pelicula muy pocas veces tiene la capacidad de sorprendernos, agradarnos o incluso interesarnos.

Pues bien, eso justamente fue lo que me sucedió con la infravalorada “Jennifers body”.

Claro está, tampoco quiero decir con este preámbulo que la película rebosa de bondades fílmicas: al contrario, carece de cierta tensión argumental que termina derrumbando la premisa principal. No obstante, es mucho mejor de lo que supuse luego de su desastroza taquilla y las lapidarias críticas que durante meses han rodado por la red y que le brindaron al título un lugar de honor en la lista de los peores estrenos del 2009. Sin ser una película de grandes pretenciones, posee una firmeza y buen pulso narrativo que le brindan cierto encanto, una originalidad poco común sobre un tema tan trillado como la belleza asesina: el súcubo diabólico que usa la lujuria como arma asesina. Y me pregunto por qué una película que sobresale en algunos aspectos – aunque decae en muchos más – tuvo un destino tan simplón como engrosar la larga lista de estrenos fallidos de una cartelera anual especialmente simplona.

Tengo varias teorias al respecto: Podemos comenzar con la manera como la historia está planteada. Diablo Cody, la oscarizada guionista de Juno, nos brinda una historia rápida, trepidante, enfocada en una clave de terror burlesco que casi roza la autoparodia sin serlo. Los diálogos rápidos e inteligentes, se burlan sin mucho disimulo de las comedias adolescentes, el eterno cliché americano y el nuevo cine de terror que en los años noventa tuvo su mayor esplendor. De manera que el espectador comienza preguntándose si debe reir, aunque las escenas de terror están impecablemente construidas, con altos momentos inquietantes y bien resueltos, la burla satirica envuelve la trama de cierta trivialidad que resta fuerza a un planteamiento central bien realizado. De la misma manera, los asesinatos de la bella Jennifer – interpretada por una correcta Megan Fox, que finalmente logra despojarse a medias de la imagen de actriz tonta construida por Michael Bay – son recreados con cierta torpeza, sin fuerza, sin hacer incapié a ese poder de la muerte y el sexo unidos en una criatura inexplicable.

Otro error que pudo llevar la película al desastre fue la equivocada campaña de marketing: toda la promoción se basó en Megan Fox… lo cual resulta engañoso, porque  que aunque la poseída es ella, quién en realidad lleva el peso de la película es la magnifica Amanda Seyfred, que borda el papel de amiga y desesperada adolescente con una sutileza y una emotividad maliciosa que otorga una enorme credibilidad a su papel. Tal vez por ese motivo, la gran cantidad de adolescentes que soñaban con disfrutar de dos horas de los atributos de Megan Fox se encontraron profundamente decepcionados al encontrar que la pelicula tenía un peso argumental propio más allá que vehículo de lucimiento de la actriz.

Como dije, la pelicula tiene momentos altos y bajos: el guión se desliza con cierta dificultad en tópicos y estereotipos, destrozándolos o burlándose de ellos a placer. Mientras que Jennifer encarna el poder femenino diabólico en su máxima expresión, los hombres en la película son representados como débiles o simplemente estúpidos. También hay un cierto subtexto lésbico que podríamos atribuir a la influencia de su directora Karyn Kusama, cuya filmografía se resume a la interesante Girlfight y a la Olvidable Aeon Flux, además de llevar adelante algunos capítulos de la serie The L World, lo cual podría explicar la cierta tensión sexual entre Amanda Seyfred y Megan Fox que lleva a su punto álgido en una escena inexplicable pero que complacerá la fantasia sexual de la gran mayoría de los espectadores. Aun así, la directora rechaza los caminos sencillos y brinda a la narración un ritmo cuando menos entretenido: mención especial a la banda de rock de especial protagonismo en la trama, tal vez el cliché mejor desarollado de todo y por supuesto, el mejor ingrediente de la historia.

Así que, sí, lo admito: Jennifers body me sorprendió. No es una buena pelicula – peca en exceso de escenas conectivas sin mayor atractivos y hacia el final sufre un cliffhanger narrativo que aunque pareciera redondear la trama en realidad la hace más lenta y predecible – pero tampoco es el bodrio necio que esperaba – y tal vez – necesitaba ver en este lapsus de tedio navideño.

Trailer:

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