Connect with us

Tv

Twilight Saga: New Moon (Luna Nueva)

"Si en la previa entrega de esta "saga" el romanticismo asqueó al público pensante y mayor de 16 años, en esta nuevo visionado la cursileria barata llega a limites realmente insoportables."

Por

Para cualquier director, la adaptación cinematografica de un best seller literario resulta un reto, no sólo por lo diferencia de lenguajes entre el cine y la palabra, sino además por el público lector, quién escudriñará el film basándose en el parecido que guarde con su gemelo de tinta. Un requisito que no siempre se cumple, y de hacerlo, no siempre con los mejores resultados: la trasición de la frase a la imagen resulta menos que tortuosa si se quiere mantener un cierto estándar de calidad. Pero en la saga Crepusculo: Luna Nueva – pomposo nombre con que los productores bautizaron a la nueva versión bastarda del mito vampirico – la calidad no parece importar tanto como qué tanto se pueda excitar y manipular las hormonas de su público adolescente.

Porque a eso se dedica únicamente este film sin mayor sentido, belleza, coherencia o incluso alguna idea original que mostrar: complacer al público adolescente que llevó a una serie literaria menor al Olimpo de los más vendidos.  No solo el director – Chris Weitz, también autor de otro bodrío de origen literario, la Brujula Dorada- se limita a cumplir las expectativas de un guión plano y notoriamente insustancial, sino que además, le brinda un estilo visual chato, aburrido y soporífeno.

En esta nueva entrega de las aventuras de Edward Cullen y Bella Swan, la escasa originalidad que su precesora pudo haber mostrado al redondear la insulsa historia de amor platónico entre ambos, pierde el ingrediente sorpresa y se convierte en una secuencia de lugares comunes: la quimica entre los protagonistas llena el primer plano como un destello necio, sin poder justificar el peso de una narración que carece de cualquier lógica. Y si en la previa entrega de esta “saga” el romanticismo asqueó al público pensante y mayor de 16 años, en esta nuevo visionado la cursileria barata llega a limites realmente insoportables: a pesar que Edward Cullen desaparece luego de diez minutos de proyección – no revelo la trama para quién haya tenido el tino de no leer el libro – la narración insiste en situarlo como el protagonista desabrido de una ensoñación empalagosa que se derrumba  hasta llegar a un final insoportablemente rosa.

¿Lo peor? Por supuesto las actuaciones. Quien haya leído el libro, tendrá que admitir que Stephanie Meyer dedica gran parte de la narración a describir con gran detalle la celebrada belleza fisica de su máxima creación literaria, Edward Cullen,  sin hacer mayor incapié en su personalidad o incluso, sus motivaciones. Pues bien, Robert Pattison, se esfuerza por conservar la insipidez y redundancia de la escritora americana. Maquillado al extremo del rídiculo y con los labios palpitantes de un desconcertante tono carmesí, el joven actor renuncía a brindarle alguna profundidad a su personaje y se decanta por una serie de muecas casi jocosas, con las que intenta expresar el “tormento interior” al que Edward se encuentra sometido debido a su relación con Bella. Nos encontramos ante un actor de limitados recursos histriónicos que intenta utilizar su aspecto físico para solventar su escasa comprensión de los registros histriónicos más básicos. A su lado, Kristen Stewart retrata a una Bella Swan descolorida, aburrida y arrogante. La larga depresión que padece el personaje y que dentro de la trama ocupa un lugar central, es escenificada por Steward como una serie de muecas y mohines sin mayor trascendencia. ¿Y que decir de Taylor Lautner, quién encarna al licantropo Jacob Black? Solo me limitaré a indicar que su mayor logro actoral consistió en aumentar casi 10 kilogramos de musculos para exhibirlos en pantalla. A su lado, la Manada de la reserva La Push se desdibuja como una excusa para acentuar este insípido triángulo amoroso sin verdadera sorpresa.

Por último, vale la pena hacer un pequeño comentario sobre Los Vulturi, mito esencial del Universo Meyer y que Weitz destroza sin piedad: no sólo los actores no corresponden a la descripción física y a la escasa personalidad con que la escritora imprime a sus personajes, sino que además los actores escogidos para encarnar al clan de los vampiros más antiguos dentro de la historia hacen el ridículo en una actuación tan plana y diametralmente opuesta a lo que podría suponerse a una criatura mítica que resulta casi paródica. Especial mención para Michael Sheen – The Queen, Underworld -, quién interpreta al vampiro más antiguo de la saga con un talante especialmente ridículo. Dakota Fanning, en una especie de cameo breve, intenta pero no puede imprimir cierta dignidad a su Jane, sin lograrlo.

En resumen: Luna nueva destroza de nuevo el mito del vampiro hasta convertirlo en un cliché comercial. Vampiros para portada de revista adolescente, llevando jeans a la cadera y conduciendo Volvos último modelo, mientras el melodrama romántico campea alrededor de la extraña moralidad de estos vampiros heterosexuales, fieles, tan bien portados y amaestrados para ser monos de circo pop que al terminar el visionado de la película, el aterrado espectador no hace otra cosa que revisar la colección de Dvds en busca de viejos clásicos como el Ansia e incluso la infravalorada “Entrevista con el vampiro”. Lo dicho, la nueva maldad es reflejo de estos tiempos fatuos y necios.

Written By

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Connect