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Venezzia

Desde el 3 de agosto de 1948, la historia de Venezuela es un absoluto disparate… así como el guión de esta película.

Por Rufi Guerrero

Director: Haiz Gazarian

http://venezzia.net/

El tagline de Venezzia dice “Basadas en hechos históricos reales” y yo debo creerle. Aunque Google no arroje suficientes registros al respecto, no dudo de la veracidad de lo allí contado por una sola razón: Desde el 3 de agosto de 1948, la historia de Venezuela es un absoluto disparate… así como el guión de esta película.

En época de la segunda guerra mundial, Venezzia de Salvatierra (Ruddy Rodriguez) es la esposa del capitán Enrique Salvatierra (Rafael Romero), uno de los más altos cargos militares de Puerto Miranda. Su vida es la de cualquier ama de casa aburrida, con el agregado de tener unos problemas de visión cada vez más agudos que le impiden frecuentar el mundo exterior.

Frank Moore (Alonso Herrera, formerly known as Poncho of RBD), es un obstinado técnico de comunicaciones norteamericano, que piensa en inglés y habla en mexicano, al cual castigan enviando a Venezuela a “alertar sobre la potencial presencia de submarinos alemanes U-Boats en la zona” (¿?).

El hogar de Frank Moore en Venezuela es una especie de anexo en casa del matrimonio Salvatierra. Cuando Frank y Venezzia se miran por primera vez, el resto de la historia es predecible: un aburrido amor imposible. Venezzia le busca pelea durante toda la trama y Frank huye de manera inteligente, quizás porque sabe que, al menos en Venezuela, tumbarle la esposa a un militar no es la mejor de las opciones.

Los diálogos son patéticos y fáciles. La primera media hora es un forzado intento de fomentar turismo en el país “Me llamo Venezzia… como llamo Cristobal Colon a Venezuela, la pequeña Venecia”, “Toma este chocolate… el mejor chocolate del mundo, que hacemos en Venezuela”… y así, como si las fanáticas de RBD fueran a comprar un pasaje directo a Margarita al salir del cine.  

El resto, es una risible conspiración nazi que trata de derrotar nuestro Frank “Jack Bauer” Moore, al tiempo que se deja seducir por los encantos de Venezzia. El final,  es de esos a los que nos acostumbró Leonardo Di Caprio: uno de nuestros héroes muere en batalla, el otro vivirá para contar la valentía del ser amado.

La historia es tan fastidiosa que hasta el desnudo de Ruddy Rodriguez resulta aburrido. Si hay que rescatar la buena edición y excelente fotografía, marca de la casa en todos los proyectos donde Alberto Arvelo mete la mano. Los colores fríos, que tan coquetos quedaron en La Virgen Negra, también brindan un ambiente acogedor.

Un último detalle para resaltar: por primera vez en el cine nacional, las golpizas parecen de verdad.

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